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Alfaro, el discípulo del “Toto” Lorenzo.

El último superclásico entre Boca y River, trajo consigo varios cuestionamiento al DT xeneixe, Gustavo Alfaro. Si la forma de plantear al equipo estuvo bien. Si fue muy defensivo. Si logró lo que buscaba o no. Si esta a la altura del plantel de la Boca y un sinfín de cuestiones que se alejan de una mirada amplia. Se quedan con la foto sin mirar, acaso, la película.

Entender lo ocurrido en una perspectiva amplia y considerar, como desde este humilde pedestal hacemos, que Boca esta en presencia de un Técnico que puede darle muchas más satisfacciones que amarguras implica varias lecturas.

Comencemos con un poco de historia. Antes de la llegada de Carlos Bianchi, el mayor ganador con la casaca de DT había sido Juan Carlos Lorenzo. Detallista al máximo, un estudioso de los rivales y atento a todos los imponderables que pudieran ocurrir dentro del campo de juego.

El “Toto” dirigió 317 partidos. Gano 160, perdió 78 y empato 79. Le convirtieron 319 goles y festejó 497.  Más allá de la danza de jugadores podemos decir que su “juego”, acaso para ganar las 2 primeras Libertadores se resumía en eficacia defensiva: de la mano de Hugo Gatti y una defensa que puede salir de memoria Vicente Pernía, José Luis Tesare, Roberto Mouzo, Alberto Tarantini. La habilidad de Zanabria y el arma letal de Mastrangelo.

Con su “Bocas es Sportivo Ganar Siempre” dejó en claro que la receta era dura: aguantar el cero, ser eficaz a la hora de marcar y, así, pasar los partidos. Es decir, ganarlos.

A partir de ahí, podemos decir, que se forjó una ideología futbolística que se convertiría en marca distintiva de Boca, hasta la llegada del Virrey si se quiere. Porque claro que pasaron luego jugadores habilidosos (Ni hablar de Maradona, Marcio, Rojitas por citar algunos), pero el ADN por excelencia para los hinchas fue una: barro y lucha. Por eso se recuerdan los Giuntas, los Hrabinas, los “chicho” Serna, tanto o más que cualquier habilidoso en cualquier otro equipo.

Decíamos hasta la llegada de Bianchi, porque si bien ese juego certero y escueto se mantuvo (la línea defensiva del Boca multicampeón y el medio campo sólido se recitan de memoria) contó con los destellos de Juan Román Riquelme, que hacían olvidar ese ADN y los contagiaba de caños y gambetas.

Algo que ayudó a cimentar luego la llegada de Alfio Basile, con Insua al mando y un Boca multiganador con un juego vistoso como pocas veces, como nunca quizás, antes visto.

Más tarde hubo una suerte de meseta al presente. La llegada de Alfaro entonces trajo consiguió aquello que está en la sangre xeneixe. Esa marca ineludible, histórica, real que no había muerto, sino que estaba adormecía.

En consecuencia, los jóvenes del Siglo XXI, aquellos hinchas distraídos, los periodistas de redes, se encuentran un poco confuso al ver que Boca, se defiende. Mantiene el cero y acierta. Entonces comienzan esas series de argumentos enumerados en las líneas primeras, donde la pregunta es casi repetida a diario: ¿Esto es Boca?. Y si, estimados, esto es Boca. Esto lo fue siempre, esta es su marca, su insignia.

Alfaro está comenzando a colocar peldaños de lo que puede ser una historia interesante. La “columna vertebral” de Boca comienza a aparecer y ya se notan algunos nombres complejos de sustituir: El Arquero y el 9 en primera línea. Porque uno puede decir que tiene plantel de sobra pero esos puestos no tienen recambio. Andrada es sin duda muy superior a su suplente y Wanchope, desde la salida de Benedetto, es el goleador que todavía no encontró recambio.

El mediocampo es otro lugar donde, tanto con De Rossi, o con Capaldo, se está comenzando un proceso de solidificación.

“Si Boca perdía me hubieran crucificado” repite Alfaro no tan lejos de ese “Ganar Siempre” del Toto. No hace mucho, tras la semifinal por la Copa de la Superliga, ante Vélez fue claro “miramos que partido nos convenía hacer. Estamos entrando en una instancia donde los detalles marcan la diferencia y donde se juega como se puede y no cómo vos queres”.

Y para aquellos de paladar negro, deberán reordenar las “G”, tan típicas del fútbol. Porque estarán presentes, pero con Alfaro, como lo fue con Lorenzo, primero encabezará la de Ganar, luego Gustar y por último Golear, si es que se puede.

Alfaro así las entiende y Boca lo lleva en su ADN histórico. Es cuestión entonces de entender que ambos van por el mismo sendero, ambos comparten una ideología futbolística, ambos saben que con esa fórmula se puede ganar mucho más de lo que se pierde. Uno lo supo siempre, el otro, simplemente, deberá recordarlo.

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