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Alfajores y Cerveza. Una combinación que no podes dejar de probar…
Cuando aun eran pequeñas, apenas unos 5 o 6 años atrás descreyeron de las palabras que su padre repetía: “Vamos a comprar un terreno aquí, porque esta será la avenida principal algún día, llena de locales gastronómicos donde ustedes tendrán el propio”.
Sucede que hace un puñado de años, Mar de Cobo, esa localidad ubicada al sudeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina a solo unos 6 km al sur de Mar Chiquita, estaba lejos de ser el pueblo en crecimiento de hoy en día.
Siempre con sus imponente arboleda (álamos, pinos, olmos, cipreses y lambercias),sus playas extensas y la pesca como actividad principal, todavía no alcanzaba para ser un atractivo turístico.
Pasaron los años, las hermanas Pignataro crecieron y su “su pueblo – campo” acaso también. Sus calles que forman semicírculos fueron poblándose, aquella avenida de tierra, se cubrió de asfalto y paso a llamarse “Manuel Cobo”, y es el camino ideal para llegar al Mar.
Corría el año 2006 cuando Noelia, luego de escuchar los consejos de su hermana Gisela, tomo una decisión y relegó su arte por la pastelería en general, para darle de lleno a su “niño mimando”: el alfajor artesanal de cacao.
“Surgió como respuesta al hecho de satisfacer mi propia necesidad. Iba al kiosco y los alfajores que comía ya no tenían el sabor de antes, no encontraba mi paladar los aromas que recordaba de la cocina de mi abuela. Entonces hice el que me gustaba a mi.” confiesa la autora.
“Yo estaba en Capital y hacía cursos de emprendimientos. Cada vez que asistía me convencía que en esos alfajores había un potencial, nada que ver con lo que yo intentaba hacer con la cerámica” recuerda entre risas Gisela “por eso le insistí en que debía proyectarlo, darle un perfil mas comercial” añade regalando una mirada cómplice a su hermana.
Fue así que las hermanas comenzaron ese verano la idea de vender en Mar de Cobo, esos famosos alfajores que ya gustaban entre amigos y familiares. “Pensamos vender unas dos docenas por día y con eso entendíamos que podíamos superar los gastos” rememora Noelia y casi a dúo festejan “¡vendimos dos veces mas!”. Todo un éxito.
Durante ese año no tuvieron dudas de que debían trabajar con esa mercancía. Pero la historia aun comenzaba. Durante la Ruta de la Cerveza, compartieron stand con otros productores locales vendiendo sus alfajores.
Entonces Noelia, en su ímpetu creativo, fue por más y se interiorizó en los diferentes procesos y elaboración de la bebida. La pregunta cayo casi por decantación: “¿Y si mezclamos los alfajores y le damos un sabor a cerveza?”.
Arrancado 2017 el producto había pasado por un sinfín de pruebas y errores. De tardes de amasados, intentos de rellenos, recetas que iban y venían. Hasta que salió. Luego de varios intentos tenía frente a sus ojos el primer alfajor artesanal de cerveza.
Si los de cacao habían sido un éxito, los nuevos que mezclaban dos pasiones culinarias bien argentinas: la birra y el dulce de leche, no podían fallar. Así desde ese día, junto con dos chicas que ayudan en la elaboración, la Pyme no dejó de crecer.
En temporada los pedidos se duplican, son tardes y noches de elaborar el producto para cumplir con los clientes. Incluso para abastecer el propio local, que desde hace meses, dejó de ser un puesto para ser una parada obligatoria, en aquella esquina como alguna vez soñó su papa.
“Trabajamos mucho, porque todavía mantenemos la elaboración artesanal. No queremos perder ese toque. Entendemos que para una maquina seria cuestión de horas lo que a nosotros nos lleva quizás un día” confiesa Noelia “pero la mano del hombre le da un sabor diferente. Ese es el sabor que la gente hace elegir nuestro alfajor” determina.
“Dulce Cobo” como define su nombre, recorre todo el año diferentes ferias y lugares donde se hace cada día más conocido. De hecho fue uno de los tantos regalos que se llevaron los líderes del mundo cuando vinieron al G20, el año pasado.
Incluso a la hora de reinventar los sabores, las chicas no se detienen. A la lista se les sumaron los de “Mix de Pimientos”, “Frambuesa” y este verano el de “Capuccino”. Lo que viene es indescifrable, aunque seguro será un placer para el paladar.
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