Actualidad
HISTORIASdelCONGRESO| Cuando en el Palacio hubo disparos de muerte
A lo largo de su Historia el Congreso de la Nación fue mudo testigo de muchos momentos. Supo ver arduos debates, desfilaron por sus lustrados suelos hombres nobles y de gran postura como Alfredo Palacios. Fue acallado por varias dictaduras y recogió en su seno otros tantos traspasos democráticos. Pero también acobijó momentos de zozobras e impactantes, al punto de llegar a ser la escenografía de un asesinato. En el informe de hoy nos centraremos en un hecho histórico sin precedentes, donde la sangre fue la protagonista. En HISTORIASdelCONGRESO recordaremos la muerte del Senador Enzo Bordabehere.
Corría el año 1932, el general Justo comenzaba la luego llamada “Década Infame” y tenía en su corto horizonte que afrontar la más grave crisis financiera mundial del Siglo XX, “La Gran Depresión”, originada en los Estados Unidos en 1929.
Casi todas las potencias mundiales apelaron a las medidas proteccionistas. Las tomadas por Inglaterra afectaron directamente a la Argentina ya que adquiría el 90% de nuestra producción ganadera. El gobierno de Justo no tardó en implementar una batería de reformas para garantizar la estabilidad económica local y regular el comercio exterior.
Fue en este contexto que se firmó un polémico tratado que terminó de concretarse en Londres, el 2 de mayo de 1933: se denonimó “el pacto Roca-Runciman”.
La firma era puesta por el vicepresidente Julio A. Roca (h) y el ministro de Comercio inglés Walter Runciman. En pocas palabras, dicho convenio -en principio- aseguraba mercado para los productores de nuestro agro a cambio de facilidades para el capital británico invertido en el país. Pero había un punto en el pacto, algunos incisos que, con tintes de corrupción mediante, terminó favoreciendo a los frigoríficos extranjeros, convirtiéndolos en un verdadero monopolio, y perjudicando a los pequeños productores nacionales.
A pesar de que la mayoría oficialista en el Congreso lo aprobó, el convenio desató la ira de la oposición (el radicalismo, el Partido Demócrata Progresista y el comunista) que inició una campaña “antiimperialista”. “Patria sí, colonia no” le gritaban al Presidente en cuanta ceremonia pública aparecía.
El 21 de agosto de 1934, los diputados Noble y Calderón -del Partido Demócrata- denunciaron en la Cámara baja la existencia de fraude en el comercio de carnes. La denuncia fue desestimada.
Pocos días después, el 1º de septiembre, el diputado Lisandro de la Torre -que contaba con 67 años- presentó un proyecto de resolución para la creación de la Comisión Investigadora del Comercio de Carnes (compuesta por tres senadores: Serrey, Landaburu y él) para saber cuál era la situación con respecto a la exportación y los precios.
El senador enfrentaba a dos funcionarios de peso en el nuevo Gonierno: el Ministro de Hacienda, Federico Pinedo, su par de Argriculutra, Luis Duhau y Raúl Prebisch, quien tení a su cargo el Banco Central.
Entre el 18 de junio y el 23 de julio de 1935, lo expuesto por De la Torre implicaba correr el velo como, encubiertos por Leyes Especiales, subsistía un monopolio extranjero que contaba con el resguardo oficialista.
Según el diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Senadores, en sus discursos, De la Torre,dejaba si reacción y expuesto el accionar del Gobierno de Justo: “El gobierno inglés le dice al gobierno argentino: no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé si después de esto podremos seguir diciendo: ‘al gran pueblo argentino salud’”.
“El Senado trata de reparar como puede los daños causados por el nacionalismo frigorífico”, continuó De la Torre. A medida que avanzaba el debate, el clima se fue enrareciendo cada vez más, a punto tal que el legislador santafesino manifestó su preocupación de pudiese “desviarse hacia el terreno de los gauchos malos”.
El debate se reinició, casi un mes más tarde, el 27 de junio de 1935. Acaso como anticipándose al futuro, la frase de De la Torre tendría designios de verdad: todo se resolvería en “terreno de los gauchos malos”. Ese día, en su exposición, el Senador, acusó de fraude y evasión impositiva a los frigoríficos Anglo, Armour y Swift, y presentó pruebas contundentes que comprometían a los ministros, Federico Pinedo, y Luis Duhau.
Los testigos de la época describen que aquella tarde, el legislador dejó su banca y se dirigió hacia la ubicación de los ministros Federico Pinedo, de Hacienda, y Luis Duhau, de Agricultura, que habían concurrido al Senado para responder a los cargos en su contra. Con las pruebas en la mano, daba inicio a su recordada intervención: acusaría directamente por fraude y evasión impositiva al frigorífico Anglo y sumaría pruebas contundentes que comprometían directamente en el negociado a los dos funcionarios presentes del general presidente Agustín P. Justo.
En síntesis lo denunciado implicaba la existencia de un monopolio de los frigoríficos extranjeros que manejaban el comercio de carnes a su beneficio (además del Anglo, el Swift, Armour, La Blanca, Wilson y Smithfield), su resistencia a presentar documentación, evasión de impuestos, la existencia de ganancias exorbitantes, la diferencia de precios de compra en el país con el de venta en el extranjero, todo esto con el aval tácito del Gobierno.
El clima de la sesión se fue “tomando calor” al tiempo e que De la Torre enumeraba una a una sus denuncias. Incluso el trato entre el senador y los ministros también pasaron de “protocolar” a “coloquial”.
La Hora Señalada
“Es una mentira”, gritó De la Torre en respuesta a Duhau quien lo acusaba de ocultar documentos maliciosamente. “¿Cómo se llama lo que no es verdad?”, preguntó, entonces, el senador al presidente de la Cámara (Bruchman), que lo había invitado a retirar ese término.
Ese fue el principio del fin. Una detallada crónica del Diario La Prensa, de esa época, cuenta que luego De la Torre le gritó a Duhau “insolente” y “cobarde” y “agregó una expresión de intención íntima con respecto al doctor Pinedo, mientras la presidencia hacía sonar las campanas de orden”.
Los Diarios de Sesiones no replicaron cual fue el “insulto” y solo existen versiones. Algunos dicen que De la Torre le habría dicho “cotudo”, el apodo con el que se designaba a los enfermos de bocio o hipertiroidismo. Pero Pinedo, que tenía esa enfermedad, habría entendido “cornudo”.
Otros aseveran que Pinedo habría tratado de “viejo impotente” a De la Torre, quien le habría respondido: “Confesiones de su señora”.
Lo cierto es que lo acontecido luego tuvo el desenlace fatal como coronario del momento. Las agresiones se agudizaron. “En cierto instante, De la Torre – continúa la crónica- abandonó su banca, y pasando con dificultad por entre ella y la vecina, se aproximó a la fila de bancas de senadores del centro del hemiciclo. Así el legislador, inclinado el busto y parado entre dos pupitres, quedó a muy corta distancia de Pinedo quien al verlo dijo: “…el señor senador por Santa Fe tal vez se atreva a retarme a duelo, pues sabe que yo por mis convicciones no me bato”. A lo que De la Torre le gritó: “!Y usted es capaz de no batirse porque es un cobarde!”.
Ante esas provocaciones sin solución de continuidad, el ministro Duhau se incorporó y le aplicó la mano abierta en el rostro a De la Torre, quien trastabilló y cayó de espaldas. El ministro también terminó en el piso.
“Instantáneamente -narró La Prensa- la presidencia había puesto en funcionamiento todas las campanas de orden y en el recinto el ambiente se tornó amenazante. Los senadores se pararon antes sus bancas y en medio de una confusión difícil de consignar en sus detalles el senador Bordabehere, que estaba en el ala derecha del recinto, descendió dos peldaños, hasta el nivel de los sillones ministeriales y abordó al ministro señor Duhau. Tal actitud del electo senador fue seguida, sin que mediara más que algún segundo, de la agresión armada”.
“Fue en ese momento que comenzaron a sentirse los disparos. En total fueron cuatro detonaciones. Hubo pánico, corridas y gritos. No se sabrá nunca si la intención de Bordabehere fue socorrer a De la Torre o atacar a Duhau, pero recibió tres tiros y cayó al piso cubierto de sangre. Los senadores cercanos al suceso palpaban sus cuerpos esperando lo peor. Duhau resultó con una herida de bala en el meñique y con la fractura de dos costillas. El otro lesionado fue el diputado Rafael Mancini con una rozadura de bala en la zona abdominal” detalla en sus párrafos el periódico.
“Instantes después del fatal desenlace, herido de muerte, Bordabehere fue trasladado a la sala de espera de la presidencia del Senado y de ahí llevado al hospital Ramos Mejía. Ya en la ambulancia, antes de entrar en estado de coma, sus últimas palabras fueron: “Sé que me muero,..¡pobre mi hijo!”” reconstruyó, en el final, el cronista de La Prensa en diálogo con los médicos que lo acompañaban.
En el sanatorio no le lograron parar las hemorragias y falleció a las 17.20. Una de las balas había pasado cerca de la aurícula derecha del corazón.
El Asesino
El Historiador Felipe Pigna, rescata de “Lisandro de la Torre, Obras completas” lo que sucedió tras los disparos.
“El agresor comenzó a correr por los laberínticos pasillos del Congreso y entró a la sala de taquígrafos, donde pudo ser detenido por el agente Cofone. Tras la detención, Cofone y el subcomisario Florio le quitaron el revólver calibre 32 marca Tanque con cuatro balas servidas y dos sin usar” detalla.
“La policía pudo establecer que se llamaba Ramón Valdez Cora, de cuarenta y dos años, ex comisario torturador de Vicente López, con múltiples procesos por estafas, falsificación de documentos y extorsiones a prostitutas. La ficha decía que era afiliado al Partido Demócrata (o sea conservador) y hombre de confianza del señor ministro de Agricultura Luis Duhau” agrega.
“En su declaración ante el juez Miguel Jantus, Valdez Cora confesó ser el autor material del asesinato de Enzo Bordabehere y que obró por impulso propio en un momento de ofuscación, en defensa de amigos políticos. Fue condenado a veinte años de prisión, pero quedó en libertad en 1953 por “buena conducta”. Los instigadores y responsables directos del crimen, como correspondía a gente “bien” de su “alcurnia y prestigio”, gozarían de la más absoluta impunidad” sentencia.
Duelo Pinedo-De la Torre
De la Torre se vio impedido de poder despedir en Rosario, donde fueron llevados sus restos, en tanto que tenía un asunto no menor: batirse a duelo Pinedo, gesta que había tenido su origen en la revoltosa sesión, producto de un intercambio de palabras.
Tan solo tuvo algunas horas, junto al féretro en la estación del ferrocarril en Retiro, donde le dedicó unas sentidas palabras: “Se sabe el nombre del matador pero no del asesino” supo decir.
El periodista Adrián Pignatelli Pignatelli, quien es licenciado en Historia y subsecretario de Relaciones con los Medios de la Universidad de Buenos Aires (UBA), da detalle de aquel encuentro: “El duelo con Pinedo fue a las ocho de la mañana del 25 de julio en terrenos del Colegio Militar. El senador disparó al aire, aunque dicen que su contrincante le apuntó a la cabeza y erró. Los padrinos los invitaron a reconciliarse. El santafecino se negó: “Nunca hemos sido amigos, ni hemos sido presentados”.
Pignatelli añade que acontecido el fatídico hecho “ambos ministros ofrecieron sus renuncias, las que no fueron aceptadas. En la sesión del 10 de septiembre, un Lisandro profundamente dolido, anuncia el final del debate de las carnes: “Sería absurdo pensar que el debate sobre la investigación del comercio de carnes pudiera seguir con mi intervención, mientras subsistan en mi espíritu las dudas que mantengo acerca de que se trajo a este recinto un guardaespaldas, extraído de los bajos fondos, para gravitar sobre el resultado. Los indicios que existen son tan vehementes, que no me es posible prescindir de ellos. Si lo hiciera, faltaría al respeto y al afecto que debo a la memoria del doctor Bordabehere, y autorizaría a cualquiera a poner en duda la sinceridad de mi indignación… El primero en lamentar que mi contrarréplica, que por otra parte estaba muy avanzada, quede inconclusa, soy yo; pero tengo la tranquilidad de haber producido tales pruebas y haber hecho tales demostraciones, que no necesito más para afirmar en la conciencia pública la razón de todo lo que he sostenido en este debate”.
“El asesinato de Bordabehere confirmó la impunidad imperante en la Década Infame. Las instituciones de la Patria, cercenadas por la corrupción y el cohecho. En enero de 1937, De la Torre renunció a su banca, y el 5 de enero de 1939 se suicidaría disparándose al corazón, al no poder recuperarse del impacto que le produjo la pérdida de su amigo, de la que se sentía responsable” setencia.
La Película
El 13 de Septiembre de 1984, con la dirección de Juan José Jusid, se estrenó la película “Asesinato en el Senado de la Nación” que cuenta lo ocurrido.
Cuenta con las actuaciones de Pepe Soriano (De la Torre); Arturo Bonín (Bordabehere); Oscar Martínez (Pinedo); Alberto Segado (Duhau) y Miguel Ángel Solá (Valdez Cora).
El film retrató con fidelidad la sesión trágica y la época en general, salvo por unas sutiles diferencias respecto de la realidad. En la película, Roca presidía la sesión, pero en la realidad fue el santiagueño Carlos Bruchmann, como se narra más arriba, quien dirigió el debate y lo suspendió tras los disparos. Valdez Cora, en el film, responde a un senador ficticio llamado “Don Alberto” (interpretado por el célebre actor y director Villanueva Cosse), pero en la vida real, el asesino fue varias veces sindicado como un colaborador del ministro Duhau, aunque en su declaración ante la Justicia Valdez reconoció ser el autor del asesinato de Bordabehere, dijo que el diputado había sacado un arma y que actuó enojado y en defensa de los funcionarios del gobierno con el que simpatizaba. Fue condenado a 20 años de prisión, pero salió por buena conducta en 1953.
Para NCN por Postararo Juan Jose