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“El Eternauta volvió con Darín… ¿y el mensaje original dónde quedó?”

Dicen que las grandes historias no envejecen, sólo se transforman. Y El Eternauta, esa joya de la historieta argentina nacida en 1957, vuelve a caminar entre nosotros, esta vez con el rostro de Ricardo Darín y la producción de Netflix. Pero cuidado: no es una remake, es un regreso. Porque el viajero de la nevada mortal jamás se fue del todo.
Dirigida por Bruno Stagnaro, la serie estrenada este 1º de mayo nos devuelve al clima asfixiante de una Buenos Aires sitiada por lo invisible. Nevar no debería dar miedo, pero en el universo de El Eternauta la nieve mata. La amenaza no es un monstruo, es un sistema. Y el verdadero héroe —como nos enseñó Héctor Germán Oesterheld— no es un individuo solitario, sino un colectivo que resiste.

El Eternauta original fue mucho más que una historieta publicada en entregas por la revista Hora Cero. Fue una advertencia. Un mensaje encriptado sobre la violencia, el poder, la alienación y la organización popular. Fue, y sigue siendo, literatura política en viñetas. Por eso incomodó. Por eso desaparecieron a su autor.

Hoy Netflix la trae con producción millonaria, efectos visuales y una figura estelar como Darín en la piel de Juan Salvo. Pero la pregunta no es si la adaptación está “a la altura”, sino si nosotros estamos a la altura del mensaje. Porque El Eternauta habla del presente, aunque parezca ciencia ficción.

Habla de un país que vuelve a ponerse el traje aislante para caminar bajo una nevada que no siempre se ve, pero quema: la exclusión, el miedo, la pérdida del otro. Habla de la importancia de actuar en conjunto, aunque no sepamos el final del camino.

En tiempos donde el algoritmo todo lo disuelve, que aparezca esta historia otra vez en la pantalla es una victoria cultural. Pero ojo: el Eternauta no es trending topic. Es identidad, memoria y advertencia.

Como escribió Oesterheld: “El verdadero héroe colectivo es el pueblo.” Que la serie nos entretenga, sí. Pero que también nos despierte.